miércoles, 11 de febrero de 2015

EL CARRUSEL DE LA PAZ


Durante décadas, a los colombianos del común nos han pretendido vender la equivocada idea de que nuestro país se encuentra inmerso en un conflicto interno; llaman guerra a la legítima y constitucional facultad que tiene el Estado de, por medio de sus fuerzas armadas, perseguir a quienes han escogido vivir al margen del imperio de las leyes. Nada mas lejano de la realidad. Siempre han existido, existen y existirán elementos que desprecian la oportunidad de convivir en la sociedad bajo el ordenamiento legal establecido, razón por la cual, los gobiernos siempre deberán estar prestos a luchar contra estos agentes del delito. Lo anterior no constituye una guerra, como falazmente han querido etiquetar el caso colombiano. Producto de tal mentira conceptual, han generado un sofisma fácil de vender el cual reza que “la guerra es un negocio”. Por supuesto que las guerras demandan una cantidad ingente de recursos y siempre habrá quien los provea, lo cual es éticamente correcto. Creo que nadie en sus cabales se atrevería a cuestionar el hecho de que el aparato industrial de los Estados Unidos, estuvo dedicado a la produccion de armas y equipos para proveer a su ejército durante la segunda guerra mundial. Lo que es perverso es mantener una guerra con el unico objetivo de lucrarse de ella, por ello nos han querido convencer de que nuestra lucha contra el narcotrafico y la delincuencia en general es una guerra. Como esta legitima lucha no tendra final jamas, los amigos de la “paz” tienen ensillado y aperado su caballito de batalla.

Expuesto el párrafo anterior, se preguntaran ustedes, con que fin han vendido tal sofisma. La respuesta es tan sencilla como aterradora. En Colombia, lo que si es un negocio, y por cierto muy lucrativo es “la busqueda de la paz”. Entiendo que de primera intención puede sonar dificil de creer, pero si se analizan concienzudamente los resultados de esa famosa busqueda de una salida negociada, se llega invariablemente a esa conclusión. Pueden irse tan atrás en la historia como ustedes lo prefieran, pero aquí no mas, a tres dias de distancia, estan los mas frescos y contundentes hechos que asi lo demuestran.

El único partido de oposición política en Colombia, Centro Democrático, ha revelado un dossier documental que se ha dado en llamar “El carrusel de la paz”. En el, podemos observar como se han destinado multimillonarias sumas del erario, para generar toda una maquina propagandistica – que envidiaria Goebbels- en favor de los dialogos de La Habana. Se han comprado plumas, micrófonos y cámaras, en la mas frenetica orgia de corrupción de la historia contemporanea. Se le han otorgado multimillonarios contratos a la revista dirigida por el sobrino del Presidente de la República, en un claro y desafiante caso de nepotismo. Se han abarrotado los bolsillos de las cadenas de televisión y radio, asi como de los mas reconocidos medios escritos, quienes mercantilizando de la manera mas grosera el noble oficio del periodismo, han decidido dejar de ejercer la labor informativa en favor de la sociedad, para a cambio de miles de millones de pesos, convertirse en meretrices del Estado. En dichos documentos, es de resaltar la manera como se compra el apoyo de líderes políticos, algunos corruptos reconocidos y otros que de alguna manera, gozan de un no despreciable activo de credibilidad entre la opinión pública. Caso prominente, el del profesor Antanas Mockus, ex Rector de la Universidad Nacional, magnífico ex Alcalde Mayor de Bogotá y ex candidato a la Presidencia de la República, quien habia mantenido, en mi entender, un coherente discurso político, basado en la transparencia, los valores cívicos y la sacralidad de los recursos públicos, reconocido aun por sus oponentes. Vaya decepción; por Cuatrocientos Ochenta Millones de Pesos pagados por el gobierno, el Profesor Mockus ha decidido convocar a una marcha ciudadana en pro de la vida. Hasta ahi todo parece normal, pues él, como ciudadano colombiano tiene derecho a contratar con la nación. El problema ético surge en el momento en que convenientemente, el “profe” nos hace creer que la famosa marcha es una noble iniciativa personal, ocultando su naturaleza contractual. Dicen que la lengua castiga al cuerpo, y ahora, resuena como un mal chiste la risible consigna de “Yo vine porque quise, a mi no me pagaron”. No Profesor; debo decirle que a usted si le pagaron, y mucho dinero.

Los anteriores son los casos mas resonantes, pero en este negocio que es “la busqueda de la paz”, se esconden mercachifles de todas las raigambres, algunos incluso rayando en lo penal. ONGs constituidas con el fin de esquilmar recursos a la comunidad internacional para financiar la “noble causa de la paz”, colectivos de abogados especialistas en defraudar el erario mediante procesos judiciales que exigen indemnizaciones millonarias a supuestas “victimas del conflicto”, polítiqueros peritos en la confección de falsos testigos, e incluso, y como caso sobrecogedor, las recomendaciones hechas a las Farc por parte de una mujer conocida con el alias de “Teodora de Bolivar” en el sentido de mantener secuestrada a Ingrid Betancur para usarla como moneda de cambio, recomendación sentenciada con la escalofriante frase “Ingrid se ve muy flaca, pero ella siempre ha sido asi”.

Por supuesto, quise dejar para el remate, que los grandes beneficiados con el negocio de “la busqueda de la paz”, son los miembros de la organización narcoterrorista Farc, quienes desde un comodo escenario siguen traficando con drogas, ejerciendo la mineria ilegal, el secuestro extorsivo, el reclutamiento de menores, la esclavitud sexual y otros tantos crímenes de lesa humanidad, amparados bajo un espurio manto político otorgado por sus socios y áulicos, todo ello, mientras blanquean inenarrables cantidades de dinero. ¿Aun dudan que “la busqueda de la paz” no es mas que un tenebroso negocio?


Rodrigo Gallo
@AlegreBengali



Ad: El cinismo con el que el gobierno Santos ha enfrentado este escandalo del “carrusel de la paz” es solo una muestra de su casi ilimitado poder. Es una aplanadora manejada por un elefante.

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