Durante décadas, a los
colombianos del común nos han pretendido vender la equivocada idea
de que nuestro país se encuentra inmerso en un conflicto interno;
llaman guerra a la legítima y constitucional facultad que tiene el
Estado de, por medio de sus fuerzas armadas, perseguir a quienes han
escogido vivir al margen del imperio de las leyes. Nada mas lejano de
la realidad. Siempre han existido, existen y existirán elementos que
desprecian la oportunidad de convivir en la sociedad bajo el
ordenamiento legal establecido, razón por la cual, los gobiernos
siempre deberán estar prestos a luchar contra estos agentes del
delito. Lo anterior no constituye una guerra, como falazmente han
querido etiquetar el caso colombiano. Producto de tal mentira
conceptual, han generado un sofisma fácil de vender el cual reza que
“la guerra es un negocio”. Por supuesto que las guerras demandan
una cantidad ingente de recursos y siempre habrá quien los provea,
lo cual es éticamente correcto. Creo que nadie en sus cabales se
atrevería a cuestionar el hecho de que el aparato industrial de los
Estados Unidos, estuvo dedicado a la produccion de armas y equipos
para proveer a su ejército durante la segunda guerra mundial. Lo que
es perverso es mantener una guerra con el unico objetivo de lucrarse
de ella, por ello nos han querido convencer de que nuestra lucha
contra el narcotrafico y la delincuencia en general es una guerra.
Como esta legitima lucha no tendra final jamas, los amigos de la
“paz” tienen ensillado y aperado su caballito de batalla.
Expuesto el párrafo
anterior, se preguntaran ustedes, con que fin han vendido tal
sofisma. La respuesta es tan sencilla como aterradora. En Colombia,
lo que si es un negocio, y por cierto muy lucrativo es “la
busqueda de la paz”. Entiendo que de primera intención
puede sonar dificil de creer, pero si se analizan concienzudamente
los resultados de
esa famosa busqueda de una salida negociada, se llega invariablemente
a esa conclusión. Pueden irse tan atrás en la historia como
ustedes lo prefieran, pero aquí no mas, a tres dias de distancia,
estan los mas frescos y contundentes hechos que asi lo demuestran.
El único partido de
oposición política en Colombia, Centro Democrático, ha revelado un
dossier documental que se ha dado en llamar “El carrusel de la
paz”. En el, podemos observar como se han
destinado multimillonarias sumas del erario, para generar toda una
maquina propagandistica – que envidiaria Goebbels- en favor de los
dialogos de La Habana. Se han comprado plumas, micrófonos
y cámaras, en la mas frenetica orgia de corrupción de la historia
contemporanea. Se le han otorgado multimillonarios contratos a la
revista dirigida por el sobrino del Presidente de la República, en
un claro y desafiante caso de nepotismo. Se han abarrotado los
bolsillos de las cadenas de televisión
y radio, asi como de los mas reconocidos medios escritos, quienes
mercantilizando de la manera mas grosera el noble oficio del
periodismo, han decidido dejar de ejercer la labor informativa en
favor de la sociedad, para a cambio de miles de millones de pesos,
convertirse en meretrices del Estado. En dichos documentos, es de
resaltar la manera como se compra el apoyo de líderes políticos,
algunos corruptos reconocidos y otros que de alguna manera, gozan de
un no despreciable activo de credibilidad entre la opinión pública.
Caso prominente, el del profesor Antanas Mockus, ex Rector de la
Universidad Nacional, magnífico
ex Alcalde Mayor de Bogotá y ex candidato a la Presidencia de la
República, quien habia mantenido, en mi entender, un coherente
discurso político, basado en la transparencia, los valores cívicos
y la sacralidad de los recursos públicos, reconocido aun por sus
oponentes. Vaya decepción; por Cuatrocientos Ochenta Millones de
Pesos pagados por el gobierno, el Profesor Mockus ha decidido
convocar a una marcha ciudadana en pro de la vida. Hasta ahi todo
parece normal, pues él,
como ciudadano colombiano tiene derecho a contratar con la nación.
El problema ético surge en el momento en que convenientemente, el
“profe” nos hace creer que la famosa marcha es una noble
iniciativa personal, ocultando su naturaleza
contractual. Dicen que la lengua castiga al cuerpo, y ahora, resuena
como un mal chiste la risible consigna de “Yo vine porque quise, a
mi no me pagaron”. No Profesor; debo decirle que a usted si le
pagaron, y mucho dinero.
Los anteriores son
los casos mas resonantes, pero en este negocio que es “la busqueda
de la paz”, se esconden mercachifles de todas las raigambres,
algunos incluso rayando en lo penal. ONGs constituidas con el fin de
esquilmar recursos a la comunidad internacional para financiar la
“noble causa de la paz”, colectivos de abogados especialistas en
defraudar el erario mediante procesos judiciales que exigen
indemnizaciones millonarias a supuestas “victimas del conflicto”,
polítiqueros peritos en la confección de falsos testigos, e
incluso, y como caso sobrecogedor, las recomendaciones hechas a las
Farc por parte de
una mujer conocida con el alias de “Teodora de Bolivar” en el
sentido de mantener secuestrada a Ingrid Betancur para usarla como
moneda de cambio, recomendación sentenciada con la escalofriante
frase “Ingrid se ve muy flaca, pero ella siempre ha sido asi”.
Por supuesto, quise
dejar para el remate,
que los grandes beneficiados con el negocio de “la busqueda de la
paz”, son los miembros de la organización narcoterrorista Farc,
quienes desde un comodo escenario siguen traficando con drogas,
ejerciendo la mineria ilegal, el secuestro extorsivo, el
reclutamiento de menores, la esclavitud sexual y otros tantos
crímenes de lesa
humanidad, amparados bajo un espurio manto político
otorgado por sus socios y áulicos, todo ello, mientras blanquean
inenarrables cantidades de dinero. ¿Aun dudan que “la busqueda de
la paz” no es mas que un tenebroso negocio?
Rodrigo Gallo
@AlegreBengali
Ad: El cinismo con el que
el gobierno Santos ha enfrentado este escandalo del “carrusel de la
paz” es solo una muestra de su casi ilimitado poder. Es una
aplanadora manejada por un elefante.
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