Columna originalmente publicada en www.laotraesquina.co
Cunde el desespero en las toldas
reeleccionistas. Lo que a su parecer
pintaba como una estrategia ganadora, se ha ido desbaratando como servilleta
mojada y el diagnostico es sencillo. Basaron su estrategia en una condición sine qua non completamente equivocada.
Necesitaba para funcionar, de un electorado crédulo y desinformado. Si a los resultados nos remitimos, el parte
que pueden dar de esa campaña, es de un estruendoso fracaso.
No cabe duda que la estrategia
fue concienzudamente elaborada, y que
fueron usados absolutamente todos los elementos con que contaban. Se trataba de utilizar los millonarios
recursos secuestrados a las regiones para configurar una gruesa chequera que
sirviera de plano de fundación de toda la campaña y con esa base, edificar unos
frentes de avanzada. La campaña
reeleccionista tenía como aliados a la gran mayoría de los medios masivos de
comunicación quienes se dedicarían básicamente a servir como anillo de
seguridad del candidato, atacando con sus plumas y micrófonos a la campaña que
se mostrara como la que pudiese derrotar al candidato-Presidente, y por obra y
gracia de la mermelada, se convertirían en una especie de gacetas oficiales que
estarían constantemente hablando de las maravillas del ejecutivo. Ellos cumplieron a cabalidad. Prostituyeron
su oficio, pero honraron sus compromisos con el gobierno. Lamentablemente los
corroyó la mermelada.
El frente judicial cumplió una
destacada labor en la campaña, con un muy activo Fiscal General de la Nación,
quien demostró una eficiencia inusitada a la hora de enrostrarle su amplio
poder a la campaña contendora y ejercer una constante presión por el costado
izquierdo. Velocísimas investigaciones
en contra de la campaña Zuluaga, rabiosas declaraciones en los medios y una
tácita, pero rápida y peligrosa pretensión de instaurar el delito de opinión.
Sin duda, Eduardo Montealegre fue otro de los cumplidos. El brazo armado de la
campaña, la narcoterrorista Farc, atacó por frentes simultáneos; por una parte,
constriñó al elector mediante el terror, en las zonas donde tienen alta
presencia y de otra parte, haciendo gala de su natural cinismo, mostró una
entrañable cercanía con Santos, vistiéndolo de único interlocutor válido, como
si ellos mismos lo fueran.
El frente más activo, fue sin
duda el frente politiquero (me es éticamente imposible utilizar la palabra
político en este contexto). Constituyó
alianzas pegadas con mermelada, con disimiles sectores, algunos de ellos
irreconciliables en apariencia. Alineó a temibles e inescrupulosos electoreros
como Armando Benedetti, Roy Barreras, Musa Besaile y Bernardo Elias. Logro encontrar el precio de Gustavo Petro
para traerlo a su carpa, precio que resultó siendo muy barato para el
pretendido producto ofrecido, pues el
exterrorista indultado que poco más o
menos se vendía como una combinación de Gandhi con Mandela, termino siendo una
de las meretrices del candidato-Presidente con el simple otorgamiento de unas
medidas cautelares que únicamente dilataran lo inevitable; su destitución e
inhabilidad no tienen reversa. Mantuvo
un asedio medieval a la muy digna candidatura de la doctora Martha Lucía
Ramírez, utilizando como ariete a otro de sus apéndices – El CNE- y manteniendo
al interior de ella a dos troyanos como Efraín Cepeda y Roberto Gerlein. Mantuvo en rotación a Samper y Gaviria,
alternándolos en exposición mediática, el primero dando cátedra de moral y
personificando con ello un catedralicio oxímoron (si se me permite maltratar
así esta palabra), y el segundo espetando alaridos en los micrófonos abiertos
pensando quizá, que podía tener algún calado en la opinión pública. Y además de todo, se valió de unos
muchachitos que juegan a hacer política, como los hermanos Galán, Simón Gaviria
y Rodrigo Lara, quienes creyendo tener una importancia que jamás tendrán, se
imaginaron en su delirio, como unos grandes conductores de masas.
Visto lo anterior, la estrategia
parecía consistente, el castillo se ofrecía inexpugnable, pero como lo dije al
comienzo, se basaba en una condición sine qua non completamente equivocada y
allí, se estrellaron contra una megalítica pared. Hoy, el electorado no es una
grey conducida y adoctrinada por unos barrigones y bigotones pastores; no
señor, el electorado de hoy trata de informarse, tiene en mayor o menor
cantidad capacidad de análisis y aunque
en ocasiones traga hilo, jamás se come la carreta. Los resultados hablan por sí mismos. Un
candidato que tenía todo en contra, le propinó una cachetada electoral al
aventajarlo por 4 puntos porcentuales que se convierten hoy, en el bus de la
victoria donde muy seguramente se montarán muchos de los indecisos, quienes al
tenor de los acontecimientos, se darán cuenta que la pretendida paz ofrecida
por el candidato – Presidente, no es más que una de las tantas mentiras que
carga en su tramposa manga de tahúr.
Creo señor Presidente Santos, que a su campaña le llegó la horrible
noche, y que como consecuencia de ello, Colombia recuperará la esperanza.
Rodrigo Gallo
@AlegreBengali
Ad: Que este resultado le sirva al
señor Presidente Santos, para acusar recibo de la solicitud de desalojo de la
Casa de Nariño que le estamos enviando los colombianos. La necesitamos
desocupada y aseada el día 7 de agosto pues la va a ocupar el nuevo Presidente.
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