Sigue Venezuela convulsionada,
con una dictadura que ejerce una descomunal represión armada contra la
población civil inerme y que se manifiesta en su contra, y de la misma manera,
siguen los gobiernos vecinos, entre ellos el liderado por el indigno Juan Manuel
Santos, guardando un criminal y cómplice silencio. Basta un corto análisis de
la situación para encontrarnos con las obvias causas, que no por obvias dejan
de ser ciertas. La alta tolerancia de la
comunidad internacional ante lo que sucede en Venezuela se debe a la
orientación ideológica del dictador y a las
generosas dadivas con las que compra conciencias, micrófonos, plumas y
porque no, Cancilleres y gobernantes. No
creo que un dictador de derecha, y de ñapa pobre, fuese sujeto de tanta
benevolencia internacional.
Para lo que a los colombianos nos
atañe, y como una continuación de lo expuesto en la columna inmediatamente
anterior, la situación venezolana nos sigue dando campanazos, a los que no
podemos ser sordos. Es claro que la violencia que sufre Venezuela merced a
estas protestas, es generada, no por los manifestantes, sino por la propia
dictadura, bien sea utilizando su Guardia Nacional Bolivariana, o sus
colectivos paramilitares llamados Milicias Bolivarianas, creadas por el, en
buena hora difunto, Hugo Chávez. Fueron
años de intenso trabajo e inversión económica para cooptar toda la
institucionalidad venezolana, armar y adoctrinar a un no pequeño número de
ciudadanos y generar un profundo odio entre clases sociales. Necesitó el
pervertido barinés, cerca de una década en el poder para acomodar todas las
fichas en su estratégica posición, y gracias a ello, esclavizar a los
venezolanos, que hoy por hoy se encuentran prisioneros en su propia nación,
amenazados por su propio gobierno, y ofrecidos como sacrificio a los dioses de
la revolución. Ojo y oído Colombia.
En nuestro país, todas esas
fichas se encuentran dispuestas ya, para el secuestro de la nación, para la
destrucción de la democracia y para la consolidación de la dictadura. Aquí esas
milicias bolivarianas ya están armadas y adoctrinadas, esperando únicamente a
que sus jefes que hoy se encuentran en La Habana, terminen de blanquear sus
enormes fortunas, y se integren a lo que será la nueva burguesía, dueña y
señora del futuro dictador. ¿Qué cree amigo lector, que va a pasar con los
miles de combatientes activos de la narcoterrorista farc, si el proceso de La
Habana llega a infeliz término? Sí señor, van a mutar en un cuerpo paramilitar
equivalente a las milicias bolivarianas venezolanas al servicio de la dictadura
¿Ahora entiende el sutil significado de la frase “dejación de armas”? No pueden entregar las armas, pues las
necesitan para cumplir su horripilante misión en el escenario del famoso
“posconflicto”. Es que el lenguaje de la paz, no es una rueda suelta echada a
andar por unos míseros y arrodillados comunicadores sociales. Es un engranaje
más de la máquina trituradora de democracias que construye Santos, basado en el
manual cubano y con la experiencia chavista.
Lo anterior, sumado a la efectiva
penetración de la izquierda en el sistema judicial colombiano, al perfectamente
funcional cuerpo adoctrinador disfrazado de maestros universitarios (no todos por fortuna), y al más reciente engranaje que no es otro
que la desarticulación de las fuerzas militares, construido a base de retirar a
todos los medios y altos mandos que desde ellas, podrían, gracias a su mística
y patriotismo, ponerse en contra del futuro dictador, nos pone en exactamente
el mismo triste y desolador escenario de nuestra hermana. El tema de la
generación del odio entre clases, está a cargo del terrorista indultado Gustavo
Petro, a quien Juan Manuel Santos le allanó el camino para acceder al
estratégico balcón del Palacio de Liévano. Utilizando la metáfora de la lenta
cocción de un sapo, en este momento mis queridos compatriotas, el agua está a
punto de hervir, y muchos no se han dado cuenta.
Luce negro el panorama, pero
tenemos todavía una luz de esperanza. El
dique de contención en que se han erigido, el señor ex presidente Álvaro Uribe Vélez
y el señor Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez, debe ser apoyado
de manera irrestricta si queremos conservar en nuestro país, el preciado bien
de los derechos y las libertades personales que garantiza la democracia. Con
sus defectos innatos y con las imperfecciones añadidas por nuestra propia
idiosincrasia, la democracia sigue siendo la forma de convivencia, control
social y gobierno, más digna para el ser humano. ¿No cree que bien vale la pena
defenderla?
Rodrigo Gallo
@AlegreBengali
Ad: Su voto es un arma poderosa;
vea, escuche, reflexione y vote a conciencia, de lo contrario será usted uno de
los culpables de lo que llegare a suceder, con la implantación del
castrochavismo en Colombia
0 comentarios:
Publicar un comentario