Este artículo, se encuentra originalmente publicado en www.laotraesquina.co
Quise dedicar estas letras de hoy, a hacer algunos comentarios sobre la
terriblemente desaforada columna de Gabriel Silva Luján, que fue publicada en el diario El Tiempo, el
día domingo 03 de noviembre. Y deseo
aclarar que lo hago, no porque ella me parezca trascendental, sino mas bien
porque me asombra que precisamente, un personaje tan intrascendente, mendaz y
pendenciero, tenga cabida en un espacio que fue, hasta hace algún tiempo, una
de las instituciones periodísticas de este país.
Este burócrata de profesión, se
abroga el derecho de poner en entredicho, el carácter democrático de la
convención uribista, sin siquiera haber asistido a la misma y sin conocer el interior del movimiento, lo que a
todas luces señala, que su agresivo escrito, fue basado en cosas que conoció de
oídas, y que ya, analizándolo desde este
solo enfoque, desvirtúa totalmente la versión del beodo columnista. Consciente quizás, de su poca trascendencia,
teatraliza su vacua columna, comparando este
loable acto democrático, con la segunda peor plaga que ha conocido este
país, el cartel de Medellín –la primera, sin duda alguna son las Farc-,
buscando que, ante la evidente falta de contenido, sea el morbo quien le atraiga lectores. Utilizando una frase que le escuche a una
admirada demócrata, Silva Luján está buscando
“descrestar calentanos”.
Confunde el buen Gabriel, tal vez limitado por su enanismo ético, la correcta y plausible identidad de un grupo
de ciudadanos con un ideario político, con la impuesta lealtad criminal de los
mafiosos. No señor, el hecho que su
señoría sea un mercenario político, sin orilla ni afinidades ideológicas, no
convierte a los integrantes de Uribe Centro Democrático en cofrades de una mafia.
Soy consciente de sus limitaciones morales, cuando no intelectuales, pero
debería usted comprender, la profunda
convicción que muchos colombianos tenemos, de que esos cinco pilares sobre los
que se construye el cuerpo ideológico de Uribe Centro Democrático, son la hoja
de ruta que debe guiar a nuestra patria; eso es lo que hace que tantos estemos
allí y admiremos a su líder. No al revés.
Comprendo que para un ladino burócrata como usted, es perfectamente
normal cambiar de ideas a medida que cambia de patrón, porque si hay alguien
que sirva patrones, ese, señor Silva Luján, es usted.
En una inusitada carga emocional, se refiere el beodo, a los integrantes de
la lista de UCD al Senado de la República, como una banda de áulicos. Ofensivo en grado sumo, pero más que eso,
patético. Quienes de fondo conocen la
composición de la lista, saben de sobra acerca de las capacidades intelectuales
de sus integrantes, quienes, compartiendo si, los cinco pilares básicos,
ofrecen un sano debate en cuanto al desarrollo y puesta en práctica de lo que
de allí se desprende. Mal hace entonces
el señor Silva Luján, en ofrecer la pueril conclusión, de que el UCD es un
conglomerado de clones. Decía mi padre, que el ladrón juzga por su condición.
Y entonces, surge la perla al interior de la ostra; al final de su escrito, amenaza con el estallido de una guerra civil,
pretendiendo atemorizar a sus lectores.
Aquí uno no sabe si reír o llorar.
Reír por el casi gracioso, pero descabellado párrafo que pretende
presentar como axioma, o llorar, por la
perfecta sincronía que guarda en el abordaje de los temas, con los otrora
terroristas, en mala hora indultados, León “Gonzalo” Valencia y Gustavo
“Aureliano” Petro. Personalmente, me asusta lo bien aceitados que están los
engranajes de la trituradora de democracias,
que está construyendo Juan Manuel Santos en Colombia, según lo dicta el manual cubano.
Y es desconcertante, que el señor Silva Luján, con la inmensa cola que
arrastra, debida a su nefasto paso por la Federación Nacional de Cafeteros, se
atreva a posar de censor, desde un diario de circulación nacional, como si sus
conocidas marrullas, no fueran un impedimento para semejante empresa. Yo, en los zapatos del
buen Gabriel, me preocuparía más, por lo
que pierna arriba le correrá, cuando los cafeteros le pasen la cuenta de cobro
por el grosero derroche y la falta de previsión ante la inminente crisis
cafetera que era de todo su conocimiento, y por la consolidación de Fedecafé
como un fortín burocrático para – ese si – su patrón Juan Manuel. Ha ofendido, buen Gabriel, la dignidad
cafetera, y de ese entuerto, le aseguro que
no se irá limpio.
Rodrigo Gallo
@AlegreBengali
Ad: Analizando en
retrospectiva, y desde el punto de vista de la decencia y el merito, es
inexplicable que Gabriel Silva Luján, haya sido Ministro de Defensa.
Fotografía tomada de www.elcolombiano.com
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