jueves, 6 de junio de 2013

ATENCIÓN, SERVICIO SOCIAL

Quise empezar esta nueva reflexión con un trino de hace unas semanas: “@AlegreBengalí: Se busca conducta extraviada de Casa de Nariño. Responde al nombre de “Coherencia”. Vista por última vez el 6 de agosto de 2010”

Juan Manuel Santos en declaraciones públicas manifiesta que el gobierno colombiano  está considerando suscribir unos acuerdos de cooperación con la OTAN con miras a que nuestro país haga parte de esa organización en un futuro cercano, lo que suscita en nuestro vecindario unas airadas reacciones, siendo especialmente altisonantes las del dictador venezolano Nicolás Maduro que,  emulando el histrionismo propio de su vasallo Rafael Correa, dice casi entre lágrimas que las declaraciones de Santos son una puñalada al corazón de los pueblos de América del Sur.  Como era de esperarse, también se manifestaron en contra de esta intención los presidentes Ortega y Morales y lo propio hizo el gobierno ecuatoriano por boca de su canciller Patiño.

Hasta ahí todo parece el devenir normal de la geopolítica, máxime cuando nos encontramos en una región convulsionada y somos un país rodeado de gobiernos hostiles e incluso peligrosos por su ánimo expansionista, verbigracia la pretensión nicaragüense sobre San Andrés, de manera tal que la búsqueda de un aliado poderoso es un arma disuasiva que no está de más tener en nuestro arsenal.  Hasta felicitaciones podríamos darle al presidente Santos si no fuera porque con estas declaraciones exhibe una falta de coherencia rayana en el absurdo.

Como primera medida, Colombia no cumple las condiciones de localización geográfica que la hagan elegible para pertenecer a la OTAN pues  dicha organización, de manera taxativa reserva la elegibilidad de nuevos miembros a países localizados en el continente europeo así que una simple lectura de sus condicionamientos le hubiese evitado al presidente protagonizar tamaño ridículo.

En segundo término, la pertenencia de Colombia a UNASUR que es una organización con un ideario que en nada concuerda con OTAN,  es una condición que desde la óptica del sentido común se convierte en un obstáculo adicional a tamaña pretensión.  No sería coherente pertenecer a la Asociación Defensora de Animales y querer tomar la alternativa en una plaza de toros.  No es coherente creer en unos principios de defensa común contra las amenazas terroristas globales y al mismo tiempo hacer club con unos gobiernos si no proclives, si tolerantes frente al terrorismo.

Tampoco es coherente pretender la búsqueda de ese aliado poderoso tres años después de iniciado su mandato habiendo engavetado al comienzo del mismo, por las presiones de su vecindario hostil, el programa de cooperación militar con los Estados Unidos, con quienes dicho sea de paso y para ser sinceros, son más las ideas que nos acercan que aquellas que nos separan.  Vamos a ingresar a un barrio peligroso y rechazamos la compañía de nuestro hermano mayor, pero una vez adentro empezamos a implorar la presencia del hermano mayor de otro a quien ni siquiera conocemos; mayúsculo despropósito.

Y  por último la piedra del anillo queda engastada cuando el ministro de defensa Juan Carlos Pinzón tiene que salir a los medios a desmentir a su jefe directo y corregir el burdo cañazo del jugador de póquer, precisando que lo que busca Colombia es un acuerdo de mutua ayuda en materia de economía, educación y defensa, mas no la inclusión de nuestro país en la organización, dejando en la opinión pública la sensación que el presidente, tal como uno de los memorables personajes creados por Roberto Gómez Bolaños , “como dice una cosa dice otra, porque hay cosas que ni que, tengo o no tengo razón”

Esta falta de coherencia de Juan Manuel Santos es sumamente peligrosa para el país porque un gobierno necesita ser encabezado por un líder predecible, cuyas decisiones sean conducentes a un punto establecido en el horizonte político y perfectamente visible para sus gobernados.  Un presidente que cree que ejercer la primera dignidad nacional equivale a jugar una partida de póquer resulta siendo, en términos coloquiales, un chocolate crudo.


Ad: Después de la rectificación del Ministro Pinzón, Nicolás Maduro dice en referencia a Santos “ya llegara el momento de hablar largamente”. Eso,  en boca de mis papás era el anuncio de una pela segura.

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