lunes, 13 de noviembre de 2017

NUESTRO DEBER



Muchas veces durante el desarrollo de este proceso de dialogo con la organización narcoterrorista Farc y ahora durante la implementación de los espurios acuerdos que firmaron con el gobierno de Juan Manuel Santos, se nos ha insistido en la necesidad de desescalar el lenguaje, de buscar la reconciliación y de permitir que los capos de esa organización y algunos de sus mandos medios hagan tránsito hacia la política, incluso sin haber cumplido con los requisitos de justicia, verdad y reparación, que se suponía, eran sine qua non.  Para crear todo un ambiente propicio para ese fin, el joint venture Gobierno-Farc  y sus fletados en los medios y la academia han empezado a minimizar la gravedad de las atrocidades cometidas (y que aun cometen usando a su brazo armado llamado “disidencias”) por las Farc, e incluso a insinuar que en ultimas, es el estado colombiano el responsable primigenio de “los actos de guerra”.  Han creado todo un arsenal de eufemismos y sofismas en los que escudan todo el exabrupto. Desde decir que prefieren a las Farc en la política que en el monte dando bala, pasando por “ustedes creen que se van a desmovilizar para ir a vender productos de Herbalife” y llegando a “pues en la política siempre ha habido corrupción, y ese es un crimen igual a los cometidos por Timochenko”.  Sí; apelan a lo que ellos en su soberbia llaman “argumentos” pero que no son otra cosa que ofensas al razonamiento humano y afrentas al sentido de la equidad y la justicia.  Y sobre esa base, nos someten a linchamiento a quienes no hemos querido olvidar las atrocidades de estos terroristas, a quienes tenemos frescas en la memoria todas sus felonías y a quienes intentamos resistir democráticamente a la consumación de esta última vejación.  

Durante la segunda guerra mundial, cuando los aliados por fin ven con sus propios ojos la barbarie de los campos de concentración nazi, el general  norteamericano Dwight  “Ike” Eisenhower ordena a sus hombres registrar lo visto.  “Que se tenga la máxima documentación;  tomen fotografías, graben testimonios,  porque en algún momento de la historia, algún idiota va a erguirse y a decir que esto nunca sucedió”  Es lapidaria la frase de Ike. 

Tras conocerse la conformación de la “Comisión de la verdad”  y visto que sus integrantes son proclives a la izquierda  y simpatizantes de Farc (como ha quedado demostrado por sus propias declaraciones y trinos), no hace falta ser adivino para advertir que los documentos que esta comisión produzca, no serán otra cosa que un lavado de imagen a la organización narcoterrorista que ahora tiene otro flamante brazo político al que curiosamente, decidieron ponerle el mismo nombre de su cartel narcotraficante.  Sera esta comisión, el idiota que previó el general.  Será el colectivo de imberbes venidos a más, de periodistas fletados y de autoproclamados analistas políticos, el idiota que previó Eisenhower.  Sera el pacifismo colombiano, el idiota que se erguirá y dirá que las atrocidades de las Farc, nunca sucedieron. 

Pero seremos nosotros, quienes realmente deseamos la paz, la justicia, la reparación y la verdad, los equivalentes a los soldados de Eisenhower, y cumpliendo nuestro deber patriótico nos dedicaremos a mostrarle al mundo toda la documentación que hay y que da fe de la barbarie cometida en nuestro país y de la que la organización narcoterrorista Farc es culpable. Por crudas que parezcan las imágenes, no nos cansemos de recordar la masacre de Bojayá, el collar bomba, el secuestro y asesinato de los diputados del valle, los campos de concentración de las Farc donde mantuvieron por décadas,  secuestrados y bajo tortura a miles de militares y civiles. El niño bomba llamado Heriberto, la bomba del Club El Nogal y en general, toda la evidencia gráfica y documental que existe.  No dejemos que el pacifismo colombiano calle nuestras voces y documentemos todo, porque en forma de “Comisión de la verdad” acaba de llegar el idiota que se yergue y dice que nada de esto sucedió.  No permitamos que los cuadros políticos de las Farc reescriban nuestra historia. Es nuestro deber.

Rodrigo Gallo
@AlegreBengali

AD: Ya el cura Francisco de Roux - presidente de la comisión de la verdad-  está llamando “Cárceles” a esos campos de concentración.  Grave ¿No? 

3 comentarios:

  1. Lo grave más bien es que usted se aprovecha de la ignorancia y tal vez la falta de crítica de quienes comparten su punto de vista político para decir inexactitudes y llegar a conclusiones muy cuestionables.

    Por ejemplo:

    Varias de estas personas que usted ataca han escrito, no unos simples tuits pendejos que me pueden disgustar o no, sino documentos de verdad donde han trabajado con víctimas de las FARC y de otros grupos (es decir, los que usted no tiene en cuenta, irónicamente).

    Por lo tanto suponer que se va a decir que las FARC no hicieron nada no tiene mayor sentido. Simplemente le caen mal a usted por ser de otra tendencia de pensamiento y esa es una invitigación al prejuicio.

    Le molesta que De Roux hable de cárceles (cuando las cárceles colombianas de verdad no es que sean lugares dignos, menos efectivos para el castigo y la rehabilitación), pero no le da importancia a que mencionaba eso para decir que quería hablar con las víctimas de las FARC. Por ese lado también contradice buena parte de su argumentación.

    En fin, me parece chévere el blog. Lo que me da pena es que, por alguna extraña razón, dudo que quiera oír opiniones diferentes.



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  2. Como dicen don Rodrigo Gallo en su escrito, existen las evidencias y yo las viví, usted, señor anónimo, las vivió desde otro punto de vista. Me duele que los que van a pagar cárcel sean los que defiende nuestra democracia y las leyes, los miembros del Glorioso Ejercito de Colombia.

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  3. Señor Anónimo,

    Esos personajes como el cura De Roux ya han escrito verdaderos documentos donde se dedican a lavar la cara de las FARC y el Eln. No es necesario especular para saber que su papel en la Comisión de la Verdad no será diferente. Lo ví y escuché decir alguna vez en Semana en Vivo, sin el menor pudor, que no valía lo mismo una víctima pobre que una víctima rica, obviamente despreciando a la víctima rica. Obviamente dirán que las FARC no han hecho nada malo.

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