miércoles, 23 de octubre de 2013

Y ELLA QUIERE SER PRESIDENTE

Después que la Corte Constitucional negara la acción de tutela presentada por Piedad Córdoba Ruiz, dejando así en firme  el fallo de la Procuraduría General de la Nación , en el que se le destituye y se le inhabilita para ocupar cargos públicos durante 18 años, lo que en la práctica se convierte en una muerte política, la vocera del controvertido movimiento Marcha Patriótica, en una entrevista concedida al diario El País de Cali, declara con un convencimiento casi religioso, que cree que llegará a ser Presidente de Colombia. 

Leída de manera desprevenida esta declaración, podría pasar por anecdótica y hasta hilarante si se quiere; para nadie es un secreto que una inhabilidad de semejante duración, deja fuera de cualquier aspiración política al afectado, máxime si la motivación del fallo, son  unos hechos de tan extrema gravedad como los probados vínculos de la ex congresista con el grupo narcoterrorista de las Farc.  Ahora, si queremos ir mas allá y leer entre líneas, estas declaraciones obedecen al profundo desprecio que siente Piedad Córdoba por la institucionalidad del país, y también por la esperanza, no falsamente infundada, que le da la consuetudinaria costumbre que la sociedad colombiana tiene, de premiar al criminal que tenga una clara orientación de izquierda.  Parece ser que en este país, pertenecer, así sea nominalmente, al lado izquierdo del espectro ideológico, le otorga al sujeto una especie de patente de corso.  Lo convierte en un intocable que, en caso de ser justamente requerido por la ley,  se escuda en una supuesta persecución política para hacerle la más burlesca finta a la justicia.

Casos abundan;  tenemos antiguos felones ocupando alcaldías, terroristas posando de investigadores y defensores de los derechos humanos, asesinos sistemáticos de colombianos pretendiendo apropiarse de la moralidad, desde un micrófono o una pluma.  Al anterior panorama, súmese el hecho, del innegable sesgo que sufre nuestro poder judicial, que lo ha hecho supremamente diligente a la hora de perseguir criminales de derecha, lo cual dicho sea de paso, celebro y aplaudo, pero que lo hace de una lentitud rayana en la complicidad, a la hora de investigar criminales de la otra orilla ideológica.  Visto lo anterior, y aplicando el coloquial aforismo de “Al son que me toquen, bailo” la señora Córdoba tiene razones para creer, que pese a la lapidaria sanción que lleva sobre si,  puede burlar a toda una sociedad y convertirse, Dios no lo permita, en presidente de esta dolida patria.

Su carta principal a jugar en este póquer, porque creo que algo le ha aprendido a su amigo Juan Manuel,  es la consumación del adefesio que el presidente Santos y las Farc están cocinando en La Habana.  Con una izquierda violenta venida a más, con unos medios de comunicación proclives a tal cocido, con una sociedad aletargada y con la inminente claudicación del estado ante el narcoterrorismo, la nefasta figura de la señora Córdoba, se erige como una de las que podría llegar a ostentar  la primera dignidad de la República, si es que la aberración habanera llega a convertirse en realidad.   De ahí su gran interés, su insistente discurso, su vehemente deseo de que, pese a los torrentes de sangre inocente que continúan derramando sus admirados “revolucionarios”,  la mesa de diálogos de La Habana continúe su curso. Por supuesto, su perverso cálculo político, la lleva a buscar el único camino que puede devolver a la vida su espeluznante proyecto y que no es otro que la consolidación de los diálogos y la firma del documento final.  Reitero que me niego a llamarlo “la firma de la paz” porque estoy firmemente convencido que lo único que le traerá a este país, un acuerdo con las Farc, en los términos de entrega y desinstitucionalización en que está planteado, será una recrudecida violencia,  que seguirá cobrando como presea, la valiosa sangre de los colombianos.

Este es pues,  el escenario que en mi entender, plantea tan “inocente” declaración y que produce en mi fuero interno, la necesidad de comunicarlo a mis compatriotas.  Lo hago desde una profunda convicción democrática y sin perder de vista que, Dios así lo quiera, yo pueda estar completamente equivocado.  Considerando lo expuesto, prefiero cometer el pecado de pregonar una hipótesis errada, que el de callar una posible verdad que alerte a la sociedad.

Rodrigo Gallo Lemus
@AlegreBengali


Ad: Si el fallo del señor Procurador ha sido tan atacado por los sectores autodenominados como “amigos de la paz”  es porque, indudablemente,  Piedad Córdoba es un engranaje importante en este macabro contubernio.  Recordemos que cuando Ernesto Samper y Andrés Pastrana, en sus respectivos momentos, dijeron que querían ser presidentes, también sonó hilarante…

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