viernes, 10 de octubre de 2014

ALTA TRAICION

Por fin va tomando cuerpo presente la conspiración más grande de la historia de Colombia. El diario El País de Cali, recoge unas declaraciones de Juan Manuel Santos, que al ser leídas entre líneas, dejan al descubierto la más alta, de una consuetudinaria lista de traiciones: ““He autorizado que dos veces 'Timochenko' vaya a Cuba (…) La contraparte también tiene que consultar sus decisiones, es parte del proceso”, dijo el Mandatario en el marco de la XXIII Convención Fasecolda, en Cartagena. Agregó que así como sus líderes negociadores van a la Casa de Nariño a hablar del proceso, los jefes de la guerrilla pueden conocer de cerca los avances del mismo.”

En el corto párrafo anterior, palabras más, palabras menos, Juan Manuel Santos está igualando la dignidad del Presidente de la República con la de un capo del narcotráfico, e igualando a una nación democrática con un vulgar y sanguinario grupo narcoterrorista. A los ojos de este ciudadano del común que no es perito en asuntos jurídicos, estas declaraciones configuran una alta traición a la patria.  Colombia, como estado y como sociedad, ha sufrido por algo más de cinco décadas el accionar violento de un grupo de delincuentes, que escudados en unas supuestas reivindicaciones sociales, han construido la empresa criminal más grande del mundo, a expensas de la sangre de los colombianos. Son incontables los crímenes que las Farc han cometido, como es inconmensurable su nivel de crueldad y cinismo.  Aquí se han cometido perversiones que más parecen sacadas de un cuento de terror que de la vida real y aun así, sin pudor alguno, un concierto de políticos, periodistas, y pseudointelectuales que posan de líderes de opinión, están empeñados en convencernos contra todo sentido común, que las Farc tienen una “férrea voluntad de paz” –palabras de Armando Benedetti-, y que son ciudadanos que producto de una negociación, pueden ser sujetos de perdón y redención, y que pueden ser útiles en la construcción de un país en paz.  Nada más alejado de la realidad. Un hombre que es capaz de sacar del vientre de la madre a un no nacido y tirárselo a unos perros, no tiene redención posible. Un hombre que es capaz de atacar a machete a una niña de 13 años por haberse escapado de su cuadrilla, no tiene redención posible. Un hombre que es capaz de enviar niños bomba, de usar niños para sembrar minas antipersona y de asesinar a quienes se opongan al reclutamiento de menores en sus zonas de influencia, no tiene redención posible. Este tipo de comportamientos solo deben ser merecedores de un permanente aislamiento de la sociedad. Sin embargo, a estos engendros son los que Juan Manuel Santos considera dignos de perdón y olvido. Si esto no es traición a la patria, no sé qué pueda serlo.

Otro asunto no menos grave, que se desprende de todo el suceso de los viajes de Timochenko, es el atropello flagrante al ordenamiento jurídico nacional e internacional por parte del señor Santos y los dictadores Raúl Castro y Nicolás Maduro.  Sobre el criminal Rodrigo Londoño Echeverry, pesan decenas de órdenes de captura vigentes y una circular roja de Interpol, lo que no ha sido talanquera, para que en Venezuela y Cuba se le acoja y proteja, y para que desde Colombia se consienta, e incluso se exhorte a que así se haga. Es necesario que los organismos multilaterales de justicia internacional investiguen este comportamiento delictuoso y demuestren que son capaces de llorar por los dos ojos, no solo por el izquierdo. Si al señor Santos le parece de importancia que este sanguinario criminal participe del sainete habanero, debe por lo menos observar las formalidades jurídicas y hacerlo de frente a la nación. Claro, consciente del profundo y mayoritario rechazo que su insultante proceso genera en los ciudadanos, trata de hacerlo a su manera, es decir, subrepticiamente y con trampas. Y como si eso no fuera lo suficientemente escandaloso, es tan bellaco, que ordena a la fuerza pública que lo persigan, poniendo en riesgo la vida de sus subalternos; y no han sido pocos quienes la han perdido en esta persecución, mientras él conoce todo el tiempo sus movimientos y su paradero e incluso lo protege autorizando sus visitas a Cuba. De nuevo, si esto no es traición a la patria, no sé qué pueda serlo.

Aplicando la observación de la tendencia, no es difícil concluir que las cosas van de mal en peor para la sociedad colombiana, que en últimas, va a ser la que pague con su bolsillo y con sus venas, el costo de entregarle la patria a los terroristas (posconflicto que llaman algunos perversos). A estas alturas es mi deseo ser repetitivo pues es mi esfero, lo único que tengo como mecanismo de protesta y por tal razón, como ciudadano colombiano  exijo al gobierno de mi país,  que los narcoterroristas de las Farc se capturen, judicialicen y encarcelen, y que si se oponen a ello, sean dados de baja por las armas legitimas de la nación. Que Dios nos bendiga.

Rodrigo Gallo
@AlegreBengali

Ad: Es alarmante la facilidad con la que el periodista Mauricio Pichot, en estado histerico pudo acercarse para agredir al hombre más amenazado de este país. Hoy fue un golpe con un micrófono: mañana puede ser un proyectil que acabe con la vida de Álvaro Uribe Vélez. A revisar esquemas pues…

                                                                

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