viernes, 12 de septiembre de 2014

SON TAN CAPACES

Son tan diversos, frecuentes y graves los hechos que acaecen a diario en Colombia, que sus hijos hemos perdido la capacidad de asombro. Pareciera que ya nada nos puede sorprender debido a que en nuestra historia contemporánea hemos asistido al culmen de la violencia, la corrupción, la degradación social y el cinismo. Sin embargo, debo decir que en un principio, la famosa campaña “#SoyCapaz” logró dejarme estupefacto.   La vil utilización de la semántica para pretender engañar incautos y tratar de vender imposibles éticos ha llevado al gobierno colombiano a un nuevo nivel de descaro, deshonra y vesania.


Esta campaña, que por supuesto es un engranaje más en la onerosa e intrusiva andanada publicitaria gubernamental que ya supera los dos billones de pesos, pretende hacer que la sociedad civil, que es la victima por antonomasia de los narcoterroristas de Farc, sea proclive a una especie de reconciliación entre hermanos, según se infiere de la manera en que está planteada la estrategia. Perverso en grado sumo. Compatriota y hermano no es todo aquel que nace en la misma patria que uno. El título de compatriota y hermano está sujeto al comportamiento, al respeto por las leyes y la sociedad en la cual se convive, a la defensa que se haga de la patria que nos une como tronco común y al amor que se le manifieste a ella. No puedo entonces tolerar que se me invite a reconciliarme con un asesino despiadado sin ninguna solvencia moral como el terrorista Iván Márquez. No permito que se me equipare, en mi condición de ciudadano colombiano respetuoso de las leyes, a un sanguinario narcotraficante como Joaquín Gómez. No es aceptable desde ningún punto de vista, que se me exhorte a ser capaz de perdonar a un violador, homicida y reclutador de niños como alias “El Paisa”. Ninguno de los cabecillas de esa organización terrorista es mi compatriota o mi hermano. Así hayan nacido en Colombia, esta caterva de asesinos no son más que unos parias que han desangrado a su propia madre por décadas para mantener sus lucrativos negocios, envolviendo cocaína en las hojas del manifiesto de Carlos Marx.  Mucho menos acepto que se utilice el término reconciliación, pues nuestra sociedad no está teniendo ningún conflicto con las Farc; aquí de lo que se trata es que esta organización narcoterrorista, está compuesta por unos delincuentes de lesa humanidad que vejan a la sociedad civil, ergo, ella tiene que defenderse con las armas constitucionales que legítimamente le asisten,  encargando de esa labor, a nuestras gloriosas Fuerzas Armadas.    Eso es todo.  Los problemas e inequidades sociales en las que estos felones se escudan, son males propios de la imperfecta humanidad y se debe trabajar en su solución de manera democrática, pacífica y civilizada; si ellas fuesen una justificación aceptable para la violencia, el mundo entero estaría en guerra, y quizá ya nos hubiésemos extinguido como especie.  No señores, yo no soy capaz de tragarme semejante despropósito. He pedido, pido y seguiré pidiendo, que los crímenes que cometa cualquier persona en el territorio de la nación, sean castigados con la severidad que amerita, para lograr dos objetivos primarios de la política punitiva; desestimular el crimen y aislar al criminal de la sociedad, para que no se repita el daño causado.


La reacción de los ciudadanos del común, ha sido contundente. El contra hashtag (por llamarlo de alguna manera) #NoComproSoyCapaz ha superado con creces el alcance de #SoyCapaz, lo que gratamente me dice que no soy apenas una de entre unas pocas voces que protestan. Soy una de entre millones de voces que se oponen a las marrullas y trapisondas del gobierno de Juan Manuel Santos. Lastimosamente, cuenta el tiranuelo con el apoyo malhabido de los poderosos medios de comunicación, capaces de tergiversar la verdad si el flujo de caja es suficiente.  Lastimosamente, cuenta el tiranuelo con unas mayorías parlamentarias alineadas con su perversión, quienes a cambio de unas buenas piezas de ponqué burocrático con las que satisfacer su clientela, promoverán y aprobarán la legislación que a él le convenga. Lastimosamente, cuenta el tiranuelo con el apoyo de una comunidad internacional por una parte desinformada, y por otra parte indiferente ante nuestra tragedia, indiferencia rayana en la complicidad como es el caso de la espuria Unasur, ahora comandada por un peligroso sujeto a quien los Estados Unidos de Norteamérica le canceló su Visa por sus vínculos con el Cartel de Cali.   Lastimosamente, todos estos actores en sinergia, son tan capaces de defenestrar la patria con tal de alcanzar sus mezquinos y en algunos casos, perversos objetivos personales.  Esta es pues, la batalla que deberá librar la sociedad colombiana y en este punto y hora, no puedo evitar preguntarme ¿Estaremos a la altura del compromiso? No sobra recordar que la libertad y la democracia, son privilegios que se deben conquistar, mantener y cuidar. Quien no los lucha, no es merecedor de ellos.

Rodrigo Gallo

@AlegreBengali



AD: Muchas compañías transnacionales le están siguiendo el juego al gobierno ¿Qué pasaría si en sus países de origen, estuvieran promoviendo el perdón a los terroristas? Lo que nada cuesta, hagámoslo fiesta dice la vox populi

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