jueves, 1 de agosto de 2013

EL FLACO FAVOR

En desarrollo de una reciente conversación con una tuitera a la que sigo @yiyijaik , llegamos a un punto central que me motivó a escribir casi que a cuatro manos con ella, esta reflexión. Con preocupación debatíamos sobre la incoherencia que estamos mostrando algunos seguidores del presidente Uribe en relación con el proceso electoral que se aproxima y con la gestación del movimiento político Centro Democrático que es, desde mi humilde opinión, una plataforma ideológica pensada para mantener en el tiempo el legado político de Álvaro Uribe Vélez.

Columna vertebral de ese legado es la recuperación de la noción de Patria y dignidad republicana que habíamos perdido por cuenta de gobiernos pelafustanes que negociaron con estos activos buscando la protección de sus propios e indignos intereses personales,  apersogadas ellas (Patria y dignidad) con la política vista como un escenario para el servicio a la nación y como respuesta efectiva al mandato social que entrega una mayoría en el ejercicio democrático.  Repito aquí lo que hace algunas semanas había expuesto, un gobierno debe responder fielmente  a la manera como la mayoría que lo eligió, piensa que debe ser el rumbo que tome la sociedad.

Palabras más, palabras menos, el legado del presidente Uribe transformado en una plataforma ideológica personificada por Centro Democrático debe ser el ejercicio de una política superior, deslindada de los conceptos peyorativos que se tienen de ella y sobre todas las cosas fuerte e irrenunciable.  Nos han venido dando ejemplo de ello en la manera como sus cabezas visibles y los ahora precandidatos presidenciales comparten los escenarios y se les siente trabajando como unidad en busca del mismo objetivo, independiente de la cabeza que tenga el honor de ser designada al final como punta de lanza.

Si eso es lo que nos están mostrando desde las guías, me preocupa sobremanera que las bases estemos tomando el camino equivocado de las viejas y caducas prácticas politiqueras,  en especial la de demeritar al que no es mi precandidato para con ello hacer más visible al mío, la de tumbar los mangos del solar vecino para que los de mi patio luzcan más apetitosos.  Aquí no se trata de apoyar a Pedro porque es mi amigo o de apoyar a Luis porque es mi primo, o peor aún, atacar a Felipe porque le tengo inquina.  Si no estamos convencidos de apoyar irrestrictamente al candidato que sea ungido por el Centro Democrático para llevar el estandarte en las presidenciales, flaco favor le estamos haciendo al legado uribista y haríamos algo más digno reconociendo que no estamos con el Centro Democrático sino con el precandidato equis, cosa perfectamente válida para quien desee hacerlo así, pero que debemos entonces practicar con las cartas destapadas.  Hay que ser consecuentes con el legado; o somos uribistas y como tal, apegados a una disciplina de partido o simplemente nos identificamos mas bien como zuluaguistas, pachistas o trujillistas y nos vamos de frente con los intereses del precandidato.  Coherencia amigos míos, coherencia.

Mi humilde invitación a quienes como yo se consideran uribistas de pura sangre, es al abandono del lenguaje tendiente a demeritar a cualquiera de los integrantes del movimiento y a hacer caso omiso a la vehemente tarea de disociación ordenada presumiblemente por palacio y que tomara cuerpo principalmente en la desinformación y el chisme.

Rodrigo Gallo
@AlegreBengali

Ad: Soy solo un voto entre millones y aunque la persona que yo hubiera querido para que llevara las banderas de CD no está en la baraja (Jose Felix Lafaurie) manifiesto públicamente mi apoyo irrestricto al candidato presidencial que designe el movimiento político Centro Democrático.


1 comentario:

  1. Muy buena columna, amigo, felicitaciones !! Describes una verdadera Democracia a practicar al interior de nuestro Centro Democrático, así debe ser tal y como nos muestran quienes nos orientan desde el centro programático.

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