En desarrollo de una reciente
conversación con una tuitera a la que sigo @yiyijaik , llegamos a un punto
central que me motivó a escribir casi que a cuatro manos con ella, esta
reflexión. Con preocupación debatíamos sobre la incoherencia que estamos mostrando
algunos seguidores del presidente Uribe en relación con el proceso electoral
que se aproxima y con la gestación del movimiento político Centro Democrático
que es, desde mi humilde opinión, una plataforma ideológica pensada para
mantener en el tiempo el legado político de Álvaro Uribe Vélez.
Columna vertebral de ese legado
es la recuperación de la noción de Patria y dignidad republicana que habíamos
perdido por cuenta de gobiernos pelafustanes que negociaron con estos activos buscando
la protección de sus propios e indignos intereses personales, apersogadas ellas (Patria y dignidad) con la
política vista como un escenario para el servicio a la nación y como respuesta
efectiva al mandato social que entrega una mayoría en el ejercicio democrático.
Repito aquí lo que hace algunas semanas
había expuesto, un gobierno debe responder fielmente a la manera como la mayoría que lo eligió, piensa que debe ser el rumbo que tome la sociedad.
Palabras más, palabras menos, el
legado del presidente Uribe transformado en una plataforma ideológica
personificada por Centro Democrático debe ser el ejercicio de una política
superior, deslindada de los conceptos peyorativos que se tienen de ella y sobre
todas las cosas fuerte e irrenunciable.
Nos han venido dando ejemplo de ello en la manera como sus cabezas
visibles y los ahora precandidatos presidenciales comparten los escenarios y se
les siente trabajando como unidad en busca del mismo objetivo, independiente de
la cabeza que tenga el honor de ser designada al final como punta de lanza.
Si eso es lo que nos están
mostrando desde las guías, me preocupa sobremanera que las bases estemos
tomando el camino equivocado de las viejas y caducas prácticas politiqueras, en especial la de demeritar al que no es mi precandidato para con ello hacer más visible al mío, la de tumbar los mangos del
solar vecino para que los de mi patio luzcan más apetitosos. Aquí no se trata de apoyar a Pedro porque es
mi amigo o de apoyar a Luis porque es mi primo, o peor aún, atacar a Felipe
porque le tengo inquina. Si no estamos
convencidos de apoyar irrestrictamente al candidato que sea ungido por el
Centro Democrático para llevar el estandarte en las presidenciales, flaco favor
le estamos haciendo al legado uribista y haríamos algo más digno reconociendo
que no estamos con el Centro Democrático sino con el precandidato equis, cosa
perfectamente válida para quien desee hacerlo así, pero que debemos entonces
practicar con las cartas destapadas. Hay
que ser consecuentes con el legado; o somos uribistas y como tal, apegados a una
disciplina de partido o simplemente nos identificamos mas bien como zuluaguistas,
pachistas o trujillistas y nos vamos de frente con los intereses del
precandidato. Coherencia amigos míos,
coherencia.
Mi humilde invitación a quienes
como yo se consideran uribistas de pura sangre, es al abandono del lenguaje
tendiente a demeritar a cualquiera de los integrantes del movimiento y a hacer
caso omiso a la vehemente tarea de disociación ordenada presumiblemente por
palacio y que tomara cuerpo principalmente en la desinformación y el chisme.
Rodrigo Gallo
@AlegreBengali
Ad: Soy solo un voto entre millones y aunque la persona que yo hubiera
querido para que llevara las banderas de CD no está en la baraja (Jose Felix
Lafaurie) manifiesto públicamente mi apoyo irrestricto al candidato
presidencial que designe el movimiento político Centro Democrático.
Muy buena columna, amigo, felicitaciones !! Describes una verdadera Democracia a practicar al interior de nuestro Centro Democrático, así debe ser tal y como nos muestran quienes nos orientan desde el centro programático.
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