Hay varias cosas por las cuales me gusta tanto el Fútbol.
Lo jugué desde niño y contribuyó a mi formación como persona
ya que de el aprendí los conceptos de trabajo en equipo, de aceptación
a la crítica,
de paciencia y de cómo encarar una perdida sin que se me venga el mundo encima.
El futbol me sorprendió por primera vez cuando gracias al tío
Ernesto, hincha furibundo del Cali, que dicho sea de paso con el tiempo se
volteo y se volvió hincha del Nacional, entre por primera vez a un estadio a
presenciar un Millonarios – Cali. Ese día,
en el Campin, vi como gracias a dos golazos de Mario de Queiroz y Valdomero, el
equipo más grande de Colombia venció al poderoso Cali. Del año no me acuerdo, pero desde ahí, más o
menos a finales de los setenta me volví hincha, primero del buen futbol y luego
de Millonarios, que algunas veces en su historia lo ha practicado, porque
francamente, como todos los equipos de Colombia la mayoría del tiempo juega
horrorosamente.
Ya después viendo
futbol internacional los fines de semana gracias al magnífico programa de
Alberto Piedrahita, que se llamaba si mal no estoy “Futbol, el mejor espectáculo
del mundo” y a las transmisiones de la Bundesliga narradas alegremente por Andrés
Salcedo en el canal 11, fui
desarrollando afecto por algunos equipos internacionales.
El Flamengo de Zico fue el primer internacional que seguí
con asiduidad, luego el River del príncipe Francescoli, el AC Milán de
Albertini y Baresi, El Bayern Munich de Mateito
Matthaus como le decía Salcedo y mas recientemente el Barcelona de Romario y en
ultimas, el equipo de mis máximos afectos, el Manchester United del gran Peter
Schmeichel.
Pero el futbol también me dio el más grande de mis defectos,
que lo confieso, disfruto mucho cuando aflora.
Gracias a él y solo en desarrollo de el, disfruto inmensamente el dolor ajeno. Celebro mas una derrota de Boca que un triunfo
de River, me satisface profundamente
cada debacle del Real Madrid, siento una
alegría gigante cada vez que el Inter de Milán fracasa y a nivel local ver perder a Nacional es el
culmen del bienestar. Claro, la permanencia del América de Cali en la B está
catalogado como felicidad fuera de concurso.
Sé que es un sentimiento mezquino, pero dado que se
desarrolla en un campo donde no le causo mal a nadie, me doy y me daré siempre esa licencia. Aquí estoy
presto a celebrar la eliminación del Real Madrid de la Champions, lo que espero
sea mi próxima alegría.
Ad: Ojala el dios del fútbol no castigue mi mezquindad
haciendo que Mourinho aterrice en el Manchester UTD como se viene rumorando.
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